Por desgracia, la pederastia y la pedofilia son dos graves problemas que todavía hoy en día se encuentran de actualidad. Encontramos casos muy dolorosos y tristes cada cierto tiempo en los medios en los que, como siempre, los más pequeños son víctimas de comportamientos dañinos para ellos. Pese a que su seguridad siempre es una prioridad, no siempre se consigue una protección total de los más pequeños.
Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿De dónde sale esa ineficacia? Uno de los inconvenientes que podemos destacar es que los pedófilos son gente común, con comportamientos normales, trabajos rutinarios, familias tradicionales… Todo dentro de la media, sin llamar la atención. Solo se diferencian del resto de la población en ese deseo secreto por los niños.
El hecho de sentir esas pulsiones hace que en no pocas ocasiones, estas personas escojan trabajos relacionados con niños, como profesores o monitores. No hay que olvidar que, en un alto porcentaje, los niños abusados tienen una relación casi familiar con los abusadores porque para poder manipularlos hasta llegar a extremos sexuales se necesita confianza.
Los niños no saben lo que está bien o está mal. Cuando un adulto, que puede ser familiar, te dice que ciertas prácticas están bien, son divertidas, normales o se trata de un juego, confían en los mayores. A no ser que se haya utilizado la violencia explícita, cosa rara en estos casos, no son conscientes del abuso en ese momento, ya que la relación que guardan con los abusadores suele ser muy cercana.
Solo más adelante, cuando se madura y se empieza a percibir cómo funcionan las relaciones sexuales, que empiezan a descubrir la maldad de esos actos y que han sido víctimas de algo raro. En este momento suelen sufrir un shock que acaba en diversas patologías mentales, como Trastornos de Ansiedad, Fobias, Depresión, Síndrome de Estrés Postraumático o Aislamiento Social.
Perfil del abusador
Existe una diferencia muy grande entre la pederastia y la pedofilia. El pedófilo es aquel adulto que siente una atracción inevitable por niños y adolescentes, pero que tienen medidas de control para decidir si quieren o no ejecutar sus perversiones. Los pederastas, por su parte, son individuos que cuentan con los mismos deseos y atracciones que los pedófilos, pero que llegan a consumar su objeto de deseo.
La mejor manera de prevenir las agresiones sexuales en nuestros hijos es iniciar de bien pequeños una educación abierta, sin tabúes y creando buenos lazos afectivos gracias a los cuales los niños sientan que pueden confiar en nosotros para contarnos cualquier cosa que les preocupe.
Es importante darles información preventiva, pero sin alarmarlos o asustarlos. Mensajes cortos y sencillos que hemos oído toda la vida, como «No te vayas con desconocidos», es muy preferible a largas y profundas charlas, en las cuales se pierden pasados los primeros 10 minutos de conversación.
Indicaciones como «Nadie te puede tocar los genitales, ni desconocido ni conocido» es un mensaje claro y sencillo que les protegerá dándoles orientación sobre las conductas adecuadas y las que no lo son, ya desde pequeños. Otro mensaje esclarecedor es el de «No dejes que te toquen a cambio de regalos», ya que es el modus operandi de la mayoría de pederastas.
«Consulta en casa cualquier problema que tengas, no te vamos a reñir» es un mensaje clave para poder brindarles nuestro apoyo y ayuda en caso de necesidad y les ha de quedar claro que no son culpables del daño que puedan hacerles los adultos.
Transmitir estos y otros consejos a nuestros menores serán la clave para prevenir ser víctima de conductas pedófilas.