Hace unas semanas que las sensaciones térmicas han empezado a cambiar, y con ellas las emociones que percibimos. Un manto sedoso de calidez y buen rollo, poco a poco, se va desplegando por nuestra piel. Pero, ¿cual es la fuente de este cambio?¿Más luz? ¿Más calor? Desde luego que si. ¿Habéis salido a la calle últimamente a que el sol bañe vuestra cara aunque sea solo por unos ínfimos minutitos? No perdáis la ocasión de hacerlo. La respuesta inmunológica será inmediata y la emocional, ya se está implicando con solo pensar en ello, con solo recibir la luz a través de la ventana del salón, que hace que aumentemos nuestras ganas de salir, de movernos, de experimentar sensaciones diferentes y de interaccionar con los demás.
Pero, ¿es posible que los que no creen en sus beneficios puedan verse favorecidos por tantas virtudes atribuidas al Sol? Quiero decir, ¿nos encontramos frente a la dualidad “actitud versus aptitud”? ¿Cómo de importante es la sugestión en este caso?¿ Las creencias sobre dichos efectos producen efectos por si mismos? ¿Somos objetos pasivos sometidos al efecto de los elementos o manipulamos la información a nuestro gusto para beneficiarnos de dichos efectos? ¿Los resultados son diferentes en uno u otro caso?
Hay personas que no perciben con tanta fineza los cambios climáticos que se van dando a lo largo del año. Otras en cambio, se ven profundamente afectadas por ellos, ya que los ciclos circadianos (ciclos de luz y temperatura según las horas del día a lo largo de los diferentes meses del año) tienen una contundente afectación fisiológica en la secreción de hormonas y neurotransmisores conductores de las emociones y de las indicaciones biológicas de vigilia, sueño, actividad y reposo.
Por lo tanto y tratando de contestar alguna de las cuestiones anteriores, podemos afirmar que la actividad neuronal se ve modulada por esos cambios de luz, sea o no consciente la persona, crea o no en ello y perciba o no esos cambios. Por otro lado, y ciertamente, quien es consciente del funcionamiento puede adaptar sus hábitos para favorecer o maximizar las ventajas que presenta la exposición o inhibición de la luz según el momento y emoción deseada.
Entonces insisto, ¿se trata de una actitud (creencia) o de una aptitud (capacidad de percepción y potenciación)? ¿El que no lo percibe puede disfrutarlo? Algo en su interior cambia inevitable y biológicamente, pero, si no es consciente de ello, ¿lo siente? ¿lo vive? Quizás de una forma difusa, diluida, transparente… seguramente menos real y consecuentemente con menores efectos en las emociones, atribuibles por consiguiente a otros fenómenos o situaciones.
Pero por otro lado, el que es más consciente y siente los cambios de luz y su afectación en las emociones de una forma más fina, o el que quiere manipular esa información al margen de percibirlo ¿cómo puede canalizar las emociones que va evocando a lo largo del día? Hablemos de neurociencia por unos instantes:
La serotonina es el neurotransmisor que producido en cantidades óptimas hace que nos sintamos felices y optimistas, aumenta el apetito sexual, regula el humor y el estado de ánimo, favorece el sueño inhibe la ira, la agresividad y la tristeza. Es decir, que facilita la sensación de bienestar, de satisfacción, favorece las relaciones interpersonales y sociales, la convivencia y la empatía.
Por lo tanto, una carencia de la misma nos empuja a manifestar estados de ansiedad, astenia, depresión, miedo, agresividad, insomnio, apatía sexual o angustia con todo lo que ello implica.
Las endorfinas, por poner otro ejemplo, son opiáceos endógenos, es decir, una especie de neurotransmisores que generan placer al ser activados. Otras hormonas como la melatonina, el cortisol, la prolactina o la adenosina, favorecen el sueño, la serenidad, la relajación, cuando desaparece la luz, y preparan al cuerpo para el descanso.
Todos estos elementos, entre otros, ven modificada su producción y gestión según la luz que el cerebro perciba y de ahí la gran importancia del Sol en nuestra vida.
Se pueden tener muchas y diferentes aptitudes, podemos percibir o no las variaciones del entorno, pero lo que es seguro, es que la vida y su afrontamiento es una cuestión mayoritariamente de ACTITUD y de CONSCIENCIA. El que busca soluciones encuentra caminos. El que intenta aprovechar la luz para sentirse más feliz y sereno, solo por el hecho de intentarlo, solo por el hecho de hacer algo para si mismo, ya ha puesto una piedra más en sus cimientos, fuera o no cierto el efecto, ya se está cuidado, ya está realizando acciones que le demuestran que se atiende y se quiere y por lo tanto, aumentará la sensación de bienestar y autoestima, a parte de los efectos que se produzcan por el aumento del flujo de neurotransmisores lumínicos.
Ya es primavera así que reflexionando un poco al respecto, no me queda otra que recomendaros a todos un paseíto diurno diario y a disfrutar de un baño de Sol para reactivar la energía positiva, que sientas o no, creas en ella o no, hará sus efectos intra-psique de forma inequívoca.
Ángela Gual.