La resilencia es un término que cuyo significado etimológico describe la capacidad de un material para resistir el impacto de fuerzas externas sin deformarse.
Llevado al ámbito más humano, este concepto nos habla de la habilidad que tenemos los seres humanos, para sobreponernos a periodos de dolor emocional intenso o a procesos traumáticos severos.
“La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión y, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.”
Vanistendael (1994)
“La resiliencia es un proceso dinámico, constructivo, de origen interactivo, sociocultural que conduce a la optimización de los recursos humanos y permite sobreponerse a las situaciones adversas. Se manifiesta en distintos niveles del desarrollo, biológico, neurofisiológico y endocrino en respuesta a los estímulos ambientales.”
Kotliarenco, María Angélica y Cáceres, Irma. (2011)
Los contratiempos forman parte de la vida, sin embargo, no todos tenemos desarrolladas en igual proporción las herramientas y estrategias adecuadas para afrontar eficazmente y recuperarse de esas situaciones de intenso malestar psicológico.
Por lo tanto, podemos definir la resiliencia como la capacidad de las personas, de afrontar y salir reforzado, fortalecido incluso, de las adversidades vividas.
La actitud resilente se comprueba cuando nos vemos enfrentados a situaciones de fuerte estrés prolongado en el tiempo, como por ejemplo, ante la muerte inesperada de un ser querido, ante el afrontamiento de catástrofes naturales, situaciones de guerra, abandono emocional, maltrato o abuso físico o psíquico enfermedades crónicas etc…
Se ha demostrado que el fenómeno de la resilencia no es extraordinario, es decir, que todas las personas se comportan de un modo resilente en mayor o menor medida.
Eso no significa que la persona resilente no sufra o no sienta estrés, dolor profundo, angustia o padecimiento sino que es capaz de elaborar comportamientos, actitudes y estados de ánimo que favorecen la mejora en el proceso de gestión del evento traumático.
Además, la resilencia no es una característica que se tiene o no se tiene, sino que se puede entrenar y ejercitar, para lograr adaptarnos mejor y en la menor brevedad posible, reduciendo nuestras emociones negativas y superando los obstáculos vitales que nos vamos encontrando a lo largo de nuestra vida.
Las personas con un alto grado de resiliencia, son emocionalmente más estables, afrontan con mayor equilibrio las situaciones de estrés, y soportan mejor la presión.
También la persona resilente afronta los desafíos con mayor seguridad en si misma, y con una actitud más positiva, lo que produce un efecto reforzador en la autoestima, sensación de capacidad y de control personal de la situación a afrontar, maximizando los resultados positivos.
Los factores más relacionados con la resilencia son:
La entereza, poseer relaciones de apoyo y cariño estables y seguras, tener confianza en uno mismo, ser optimista, manejar destrezas en la comunicación y en solucionar problemas y capacidades para manejar emociones e impulsos intensos.
¿Cómo ejercitar la Resilencia?
- Establece relaciones de calidad.
- Evita ver las crisis como obstáculos insuperables. Problemas vs Desafíos
- Acepta los cambios como parte de la vida y acepta la realidad.
- Desarrolla tu tolerancia y flexibilidad.
- Cultiva una visión positiva de ti mismo, identifica y desarrolla tus virtudes, confía en tus capacidades, conoce y asume tus limitaciones y aprende de ellas.
- Toma decisiones importantes para dirigirte hacia tus metas.
- Ayuda a los demás.
- Rodéate de personas positivas, de amor y de buenas intenciones.
- Vive la vida con humor.
- Busca el lado bueno de las cosas, se optimista y creativo.
- Ten fe en el futuro.
La introspección, la motivación, la independencia emocional y la autoregulación emocional son características que van a acrecentar nuestra resilencia, ya que la posibilidad de conocernos a nosotros mismos y de ser sinceros con nosotros, la intención de no colocarnos en posición de víctima y por lo tanto de mayor vulnerabilidad o la posibilidad de darle sentido a nuestra vida, nos empujarán a emerger más fuertes y enteros, para afrontar la vida desde un prisma de serenidad y aceptación.
Nunca sabes lo fuerte que eres, hasta que ser fuerte es tu única opción.
Ángela Gual.