En estos momentos, la inmensa mayoría de los adultos estamos de forma casi continuada leyendo y hablando sobre el Coronavirus y la rápida diseminación de sus efectos día tras día. Hay que tener muy en cuenta que los niños nos están observando, y aunque sus capacidades no estén del todo desarrolladas y su grado de madurez no les permita comprender con claridad lo que está sucediendo, perciben perfectamente el nerviosismo, la angustia y el estrés que está produciendo esta pandemia en sus modelos de referencia, lo que hace que se cuestionen qué está pasando y que se preocupen y angustien, quizás en algunos casos, más de la cuenta.
Sabemos que los pequeños aprenden más de lo que imaginan que de lo que escuchan, por lo que en estos momentos, es de suma importancia averiguar qué es lo que se imaginan y darles una explicación adaptada a su edad, veraz y sencilla que les haga comprender la situación y dejar de imaginar.
Los niños menores de 3 años tienen una idea más abstracta de la realidad, sin embargo entre los 4 y los 10 años, cuentan con conceptos mucho más complejos, por lo que la aportación de información de calidad y tranquilizado pueden eliminar todos aquellos datos que hayan ido recopilando de fuentes sensacionalistas y de expresiones fuera de contexto, que hayan cazado a falta de explicaciones más directas.
Lo primero que deberemos hacer es preguntarles qué saben y según lo que nos aporten, ir desmontando las ideas catastrofistas, malas interpretaciones o datos erróneos y cambiarlas por información correcta. Es importante ser sinceros sin entrar en detalles, especialmente en cuestión de fallecidos. Por otro lado, trasmitirles con calma y tranquilidad les aportará seguridad, ya que puede que los niños no entiendan muchos conceptos cognitivos del mundo adulto pero lo que no se les escapa es la comunicación no verbal que emana por cada uno de nuestros poros.
Por lo tanto no esperar a que nos pregunten sino tener la iniciativa en crear un espacio de comunicación para que se puedan expresar, en donde puedan compartir sus dudas y temores y sentirse reasegurados por el adulto de confianza. Jamás debemos ignorar sus miedos o no responder a sus preguntas. Eso incrementaría más su estrés y la sospecha de que ciertamente sus temores imaginados son fundados, engrandeciéndolos.
Como padres entonces debemos:
- Controlar nuestro estrés y estar en calma. Mostrar seguridad y templanza en relación al virus, al aislamiento y a las explicaciones que damos.
2. Vigilar nuestras conversaciones entre adultos y nuestras expresiones alarmistas.
3. Evitar que naveguen solos por internet buscando información no contrastada o no adecuada sobre el COVID-19.
En casa durante el periodo de no escolarización e internamiento:
- Mantener los horarios y los hábitos familiares al máximo posible.
2. Ejercer las rutinas de vestirse (nada de ver en pijama de la mañana a la noche porque no hemos de salir de casa), peinarse y maquillarse.
3. Realizar de forma regular y ordenada tareas escolares, de trabajo cognitivo y de aprendizaje.
4. Alternar dichos trabajos con tiempo para hacer ejercicio físico, juegos e incluso para aburrirse.
5. Aprovechar el recogimiento familiar de estos días para introducir dinámicas de comunicación y reunión familiar, juegos y compartir.
6. Permitir que los cuidadores alternen momentos de dedicación al cuidado de los niños con momentos de producción personal y descanso.
7. Fomentar el acercamiento de la pareja tras acostar a los niños, crear un espacio para ambos basado ya más en el placer que no tanto en las obligaciones o el estrés del día y de la situación actual.
Ángela Gual.