En nuestro cuerpo circulan multitud de hormonas que tienen diferentes funciones en nuestro sistema, de las cuales 3 consiguen hacernos sentir en el cielo o el infierno, según si se activen o anulen.
En el podium anímico se encuentran, en tercera posición, la dopamina, que se encarga de modular la sensación de placer y la motivación. El segundo lugar lo ocupa la famosa serotonina, responsable de articular el estado de ánimo. Y en el primer puesto, con muy poca diferencia respecto a sus homólogas, se encuentran las endorfinas, creadoras de felicidad en estado puro.
Ahora, veámoslas con un poco más de detenimiento;
La dopamina está relacionada con muchas funciones cerebrales. Entre ellas, influye de forma importante en la motivación, la recompensa, el humor, la atención o el aprendizaje. Está estrechamente vinculada al sistema de placer del cerebro, especialmente al deseo anticipatorio (querer/desear) ya que suministra sentimientos de gozo y refuerzo para motivar activamente a que se realicen ciertas actividades. Del mismo modo, cuando nos sentimos motivados por un factor externo, se segrega mayor cantidad de esta hormona. Al contrario, si nos sentimos decepcionados, la dopamina se reprimirá, aumentando en nosotros dicha sensación.
También se ha relacionado esta hormona con nuestra capacidad de relacionarnos con los demás. Así una persona que no segregue suficiente dopamina podrá sufrir con mayor facilidad ansiedad social.
Esta hormona incrementa la actividad general y la creatividad ya que genera ideas.
La serotonina en cambio, regula la apetencia sexual, el humor, el sueño, y el apetito.
Es muy importante remarcar que su actividad se desarrolla en el intestino, por lo que una mala alimentación, que dificulte la absorción de esta hormona, reducirá nuestros niveles de serotonina, afectando a nuestro estado emocional.
Una carencia de serotonina puede provocar estados de desánimo, agresividad, inhibición sexual y alimentaria, alteraciones en el patrón habitual del sueño o descontrol de la ira, características que se relacionan con los estados depresivos. De hecho, gran parte de los medicamentos antidepresivos se fundamentan en la serotonina. ¿A alguien le suena el Prozac?
Por último, las endorfinas son los opiáceos naturales del cuerpo. La mente produce más de 20 tipos distintos de endorfinas, y todas están destinadas a producir placer. Tienen una importante función en los estados de recuperación tanto física como psicológica, y sus funciones en la salud son:
-Proporciona calma, creando sensación de bienestar y tranquilidad (reduce la presión sanguínea)
-Reduce la sensación de dolor
-Retrasa el proceso de envejecimiento y potencia el sistema inmune
-Contrarresta los niveles altos de adrenalina, asociados a la ansiedad
-Genera una reacción fisiológica en cadena de recuperación, ya que el cuerpo nota que se están reduciendo los síntomas (ansiedad, dolor, nerviosismo…) comprendiendo que la recuperación es posible. Al asociar estos conceptos, pone en marcha diferentes sistemas encaminados a facilitar y mejorar la recuperación por otros medios tanto físicos como emocionales.
Bien, una vez conocida la teoría y comprendido lo importante de estas pequeñas partículas, vamos a ver que pasa con la práctica:
¿Cómo puedo conseguir generar más de todas esas hormonas que me van a dibujar una sonrisa en el rostro?
Hay multitud de actividades que aumentan los niveles de endorfinas. Estas pueden ser enamorarse, tener orgasmos, comer chocolate, alimentos picantes, tomar el sol, hacerse masajes, la meditación o el yoga, bailar, cantar, escuchar música, pintar, moldear, correr, nadar, hacer bicicleta o ejercicios respiratorios.
El juego en los niños (y en los mayores) es importantísimo, ya que dedicarle un ratito a pasarlo bien produce esa cantidad de endorfinas que reconfortará a nuestro niño pequeño (o mayor). Así que ya lo sabéis, perder el tiempo, hacer el tonto con los amigos, reír o payasear un rato es no solo saludable sino que es indispensable para nuestra salud física y mental.
De la misma manera, el contacto físico, tocar y ser tocado, abrazar etc aumenta los niveles de las hormonas de la felicidad por lo que los masajes, saunas, acupuntura o practicar sexo están siempre muy indicados.
Id pensando cómo podéis poner en práctica todas estas actividades y a liberar endorfinas, o lo que es lo mismo, ¡A disfrutar!
Ángela Gual.