La vida del adulto no es facil. Estamos sumidos en responsabilidades y obligaciones, las tareas nos absorben y los «deberías» nos someten. Entonces nos convertimos en madres y las cosas no mejoran ni un poquito.
El multitasking, simplificando y resumiendo el concepto, es el hábito de hacer varias cosas a la vez. En nuestra sociedad se premia la hiperperformance, es decir, el ser super productivo, tener bmáximos resultados, hacer tantas y tantas cosas… y con esta dinámica creciente hemos acabado siendo esclavos de unas expectativas de éxito impolsibles , que hemos adoptado como propias.
Gracias a este dogma (entre otros) cuando nos convertimos en madres, queremos hacer todo lo que hacíamos antes y ademas ser madres con todo lo que ello comporta, lo cual genera una carga mental y fisica durísima de sostener y muchas veces incompatible con la salud.
Duplicamos el esfuerzo y pretendemos cumplir, con el mismo tiempo (que queridas, no se expande) el doble o triple de tareas, deberes, obligaciones, funciones, roles y objetivos… todo junto y cualquier cosa mas que se nos ocurra.
El resultado es un bellisimo multitasking que aumenta de forma considerable nuestro cortisol (la hormona del estrés) y nuestra adrenalina (la hormona de la supervivencia). Sobrecargamos el cerebro y lo sobreestimulamos, ya que lo hacemos funcionar de forma constante muy por encima de su ritmo basal.
La ciencia dice que el cerebro necesita aproximadamente 1 minuto de tiempo para cambiar y adaptarse a una nueva tarea. ¿Cuanto tiempo le dais vosotras?.
A nivel emotivo, el multitasking provoca una inevitable sensacion de no estar a la altura y de insatisfaccion ya que al tener que tomar tantas decisiones a la vez, erramos mas y eso nos frustra. Estamos entonces mas irascibles, irritables, alteradas, activadas.. vamos como una moto q se dice, y reaccionamos peor, perdemos rapidamente la paciencia y el efecto sublime de esta bomba de relogería son las reacciones viscerales y de cólera con nuestros hijos y parejas/ familiares, que luego amablemente nos hacen sentir terriblemente culpables, vamos, las peores madres del mundo.Una trampa perfecta!.
Asi que paradójicamente, cuanto más hago, cuanto más cundo, cuanto más me esfuerzo y trabajo (mas allá de los límites razonables para una persona, (no para la superwoman que todas llevamos dentro) «curiosa y sorprendentemente» más colapsamos, peor y menos producimos y más estresadas, frustradas y agotadas nos sentimos. Todo un misterio!.
Aqui la maxima de «menos es más» se hace muy patente asi como la necesidad de concienciar a las madres de que somos seres humanos con limitacones y tratar de obviar eso, por mucho que la sociedad nos empuje a ser las madres perfectas, las esposas perfectas y las trabajadoras perfectas, las amas de casa perfectas y demás cosas perfectas, en realidad deberiamos darnos cuenta de que todo lo que es demasiado bueno es un fraude, un engaño. Por lo tanto tratar de alcanzar ese estereotipo acaba deprimiéndonos haciéndonos sentir inadecuadas y poco resolutivas cuando en realidad lo estamos haciendo de cine.
Así que ya lo sabéis mamis, como decía Napoleón, que conquistó medio mundo: «Vísteme despacio que tengo prisa«. Hacer menos, y lo que hacer, hacerlo con presencia, con calma y viviéndolo en el presente, en primera persona, sin estar en 10 sitios a la vez, ni física ni mentalmente. Esa es la puerta hacia una vida más plena, feliz y satisfecha. En nuestra mano está tomar consciencia y ralentizar nuestros procesos, bajar nuestra productividad y así para aumentar nuestro bienestar y satisfacción. MENOS ES MÁS.
Ángela Gual.